miércoles, 12 de mayo de 2021

Escucha, tiempo, esencia e intuición: sobre Xavier Bobés

 Xavier Bobés imparte este verano un curso titulado La memoria de los objetos en la Escuela de Verano de UNIMA los días 3 y 4 de julio. Andrea Díaz Reboredo, creadora de teatro de objetos que le conoce bien, nos invita a conocer su trabajo y magisterio.

Sobre Xavier Bobés por Andrea Díaz Reboredo

Trabajar con Xavier significa adentrarse en el territorio de la escucha y del tiempo. Un lugar frágil, emocionante, difícil de encontrar y absolutamente necesario. Donde las cosas son porque son escuchadas. Porque Xavier transmite y contagia esa forma de estar, tan personal, hacia lo sutil e inesperado.

Trabajar con él es, precisamente, adentrarse en esa manera de estar frente a la vida. Por eso es difícil, o imposible, hablar de su trabajo sin hablar de él. Porque todo nace desde allí, desde muy adentro. Y es que Xavier ha crecido observando la vida, más que nombrándola. Por eso, en su trabajo, las cosas hablan más allá de lo que podamos decir de ellas.

En 2015 tomé mi primer taller con él. Por aquel entonces yo aun desconocía qué era el “Teatro de Objetos”. Aquella experiencia fue un encuentro intensivo de ocho horas diarias durante tres días. Recuerdo cada ejercicio, y las primeras sensaciones con los objetos, que Xavier propone tan íntimamente ligadas al cuerpo y al espacio.

En estas experiencias que Xavier genera, aprendí que el tiempo necesita de nuestro tiempo. Que las cosas requieren paciencia, tacto y contacto. Que el cuerpo recuerda… Que la práctica objetual significa “viajar” con los objetos en interminables sesiones de improvisación y juego, donde las cosas ocurren más allá de las ideas preconcebidas… La única premisa: no tener prisa ni buscar resultados inmediatos.

Una vez él dijo: “Los sentidos y significados a priori me interesan poco”. Y en eso, Xavier es un gran guía. Pues solo él logra, acompañándote, infundir no solo a los objetos su espacio de importancia, sino a quien los manipula, un estar activo y atento con lo que ha de acontecer. Un estar con las cosas, una conciencia del cuerpo como herramienta, una atención al ritmo, al movimiento, a los cambios, a las pausas… y así, de forma orgánica, una forma de crear dramaturgia a partir de la acción, y no al contrario.

Quizás, pienso, Xavier ofrece un trabajo de regreso a lo esencial, a la esencia de las cosas. Donde la intuición es nuestra guía. Por eso, sus talleres constituyen una oportunidad para sumergirse en ese mismo hacer, donde no hay una única manera sino, un lenguaje personal -una poética propia- por descubrir.

Todavía hoy tengo los apuntes de ese, y de tantos otros talleres que tomé con él, sobre mi mesa. Me acompañan, igual que me acompaña Xavier todavía, y los reviso cuando trabajo porque contienen premisas, pensamientos e intuiciones que me guían en mis creaciones, y a las que necesito siempre regresar.

Xavier se convirtió de manera irremediable en un maestro, un compañero de viaje, un amigo fundamental. Y, sobre todo, en una puerta abierta a un universo fantástico y lleno de magia.

Contar con el acompañamiento de alguien como él, es similar a guardar el secreto de un oasis en medio del desierto, construir un refugio en un árbol, o salvaguardar la última isla perdida del mar. Una suerte de artesanía poética que requiere de toda nuestra pasión.

Sin duda, un encuentro que merece la pena. Porque, como él dice “en cualquier momento lo cotidiano, puede tornarse extraordinario”.

 



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