
Llevaba tiempo luchando contra un cáncer, pero Gisela nunca fue amiga de guerras ni batallas, siempre prefirió la amistad y el trato amable y cariñoso. Así que sin duda se sentó, sacó una tacita de mate y llegó a un acuerdo con él para ir a recorrer otros mundos.
Y aquí nos ha dejado, con su recuerdo, con la memoria de sus espectáculos, con nuestra perplejidad por una marcha no esperada. ¡Hasta siempre, Gisela! ¡Allí donde estés, sigue bañando todo con tu alegría!